La muñeca, por Anaclara Rodríguez y Victoria Schaller
Unos amigos y yo alquilamos una casa de veraneo en el oscuro pueblo de Bloodmoon.
Muchas personas nos decían que no era recomendable pasar la noche o el día en ella, porque sus antiguos dueños, Susan y Peter Melark, fallecieron ahí a las 1:35 de la mañana, pero nosotros no les creímos…
En el segundo día a mí me toco barrer. ¡Barrí hasta el sótano!
En un momento miré detrás del empapelado y me encontré con un marco de una puerta. Saqué el empapelado, iba a abrirla y de repente la puerta se abrió sola…
En su interior había una armario gigante de madera, y encima de él una muñeca de tela. Sus detalles eran perfectos. La miré más de cerca y vi que parpadeó.
En ese momento me asusté, cerré la puerta y salí corriendo.
Subí a contarles a mis amigos y ellos no me creyeron. Entonces fui a mostrárselo. Cuando llegué, abrí la puerta, pero la muñeca no estaba.
Ellos me creyeron loca, pero yo seguía pensando que eso no fue un sueño, que eso fue verdad…
A la tarde íbamos a ir a la feria, pero empezó a llover. Fui a mi cuarto a leer un libro; después de leer unas páginas me dormí.
Cuando me desperté era de noche, agarré mi celular y me fijé en la hora: era la 1:30 de la madrugada. Bajé a tomar agua porque tenía la garganta seca. Fui a la cocina, abrí la heladera y cuando la cerré vi a la muñeca.
Asustadísima la agarré y la metí adentro del horno. Cuando miré para adentro la muñeca se estaba prendiendo fuego.
No muy segura, subí a dormir y me tapé hasta arriba con las sábanas.
Minutos después escuché ruidos de pasos. Miré y estaba la muñeca prendida fuego con un cuchillo en la mano y la boca abierta, lista para atacarme.
Grité y pronto vinieron mis amigos, y ellos la vieron. Horrorizados, agarraron una caja y la encerraron en ella.
Luego la llevamos a la policía, pero cuando abrimos la caja la muñeca no estaba…
Estos hechos nunca se podrán explicar, pero siempre quedarán en la voces anónimas…