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LOS SAPITOS VALIENTES Y EL LIBRO MÁGICO, de Agustín Leborgne Lafourcade

Cuento fantástico de Agustín, ilustrado por varios de sus compañeros.

Berp, un sapito muy valiente, vivía en un charco oscuro y cavernoso con su hermana Croacia, su madre y su padre.

Un día los hermanos, jugando, se fueron alejando cada vez más del charco.

 

Sin que se dieran cuenta llegaron a un bosque y encontraron una cabaña de madera con parte del techo derrumbado. Los sapitos se miraron y Croacia dijo investiguemos. Dale, dijo Berp, y avanzaron saltando rápido y alto.

Dentro de la cabaña, en el medio del comedor, había una vieja caja de madera. Cuando la abrieron sintieron un llanto que venía desde adentro de la caja. Al mirar en el fondo encontraron que un libro con vida era quien lloraba.

¿Qué te pasa?, preguntó Croacia.

Es que estuve mucho tiempo aquí, solo. Entonces Berp dijo bueno, ya te sacamos de ahí.

No, esperen, dijo el viejo libro. Si me sacan, el malvado Jabberwocky, que no me deja salir de aquí, los matará a ustedes y me destruirá a mí.

Nosotros te defenderemos, viejo libro, somos los sapos más poderosos de la escuela.

No entienden, él es muy poderoso, ¿o acaso no vieron la película de Alicia?

Solo hay una forma de destruirlo, pero no, ustedes no podrán hacerlo, dijo el libro, angustiado.

¿Cuál es esa forma?, preguntó Berp.

Tiene que comer una manzana de oro y de esa forma desaparecerá, pero es muy difícil llegar hasta esa manzana.

Podremos, dijo Croacia, somos muy buenos saltadores.

Está bien, dijo el libro.

¿Dónde se encuentra esa manzanita?, preguntó Berp.

En lo profundo del bosque oscuro hay un árbol con manzanas. Tendrán que buscar el lugar donde está el árbol y luego el árbol donde está la manzana. Solo habrá una de oro, el resto serán comunes. Y deberán hacerlo en la oscuridad, tendrán que buscar muy bien...

Los sapitos saltaron y saltaron hasta el bosque oscuro y luego buscaron y buscaron el árbol. Revisaron árbol por árbol, encontraron muchos manzanos pero ninguno tenía una manzana de oro.

Croacia empezó a llorar porque pensó que nunca la iban a encontrar, además se estaba haciendo la noche y estaban perdidos, muy lejos de la charca. Berp pensó que lo mejor por el momento era dormir.

Al salir el sol los sapitos se despertaron y lo primero que vieron fue un águila. Se asustaron mucho porque pensaron que se los iba a comer. Pero, en cambio, el águila dijo niños, no tengan miedo de mí, no me gustan los animales verdes. Por cierto, mi nombre es Orao y domino los aires del bosque oscuro. ¿Qué hacen ustedes aquí?

Mira, mi hermana se llama Croacia y yo soy Berp el saltador, y estamos buscando una manzana de oro para salvar un viejo libro.

Ah sí, siempre veo brillar esa manzana desde el aire, acompáñenme si la quieren, súbanse en mi espalda.

Luego de recorrer algunos kilómetros y disfrutar de varios paisajes, Orao aterrizó en la copa de un manzano y dijo búsquenla, está por aquí.

Cuando encontraron la manzana, Berp y Croacia, muy rápido, invitaron al águila. Tarea cumplida, dijeron, ¿quieres venir con nosotros hasta donde está el libro?

Sí, dijo Orao igual de rápido y se echó a volar con los dos pasajeros y la valiosa manzana.

La majestuosa águila voló primero sobre el bosque de manzanos y luego atravesó todo el bosque oscuro, hasta que finalmente pudo observar la vieja cabaña donde los sapitos habían encontrado el viejo libro.

Hemos llegado, dijeron a dúo los sapitos al atravesar la puerta de la cabaña. Traemos la manzana y un amigo que nos ayudará a vencer a ese tal Jabberwocky .

Genial, dijo el libro, ¿y como se llama su emplumado amigo?

Este es el poderoso Orao, dueño de los cielos, dijeron los sapitos.

Hay que apresurarse, mis amigos, dijo el libro. El Jabberwocky ya está por despertar de su larga siesta y debemos destruirlo antes de que eso ocurra, después será más difícil.

¡Vamoooos!, gritaron todos a coro y allá fueron nuevamente sobre las espaldas de Orao.

Justo antes de que cayera el sol divisaron la enorme gruta donde dormía el Monstruo. Sus ronquidos ya los habían escuchado desde muy lejos.

Orao se dirigió en picada hacia la entrada de la gruta. Al ingresar pudieron ver al malvado Jabberwocky durmiendo Y con la enorme boca abierta de la que salía una saliva violácea.

Todo resultó más sencillo de lo que esperaban. El águila se suspendió un momento frente a la boca del enorme animal.

Hazlo tú, dijo Croacia a Berp, que eres un gran lanzador.

El pequeño sapito cerró un ojo, sacó la lengua hacia un costado de la cara, apuntó bien y lanzó.

La manzana giró sobre sí misma y cayó justo en la lengua asquerosa y oscura del malvado Jabberwocky, que tragó saliva por última vez.

Un instante después el dragón ya no existía, y en su lugar despertó una minúscula cucarachita que, temerosa de que esos enormes sapos que tenía enfrente se la comieran, huyó lo más rápido que pudo hacia un oscuro rincón de la gruta.

Los cuatro amigos improvisaron una fiesta sobre la propia cama de su transformado enemigo.

Después, el águila se despidió amablemente y voló hacia sus dominios, al otro lado del bosque, donde lo esperaba una señora águila con cuatro pichones.

El libro, emocionado, dijo no sé cómo agradecer a todos ustedes, nadie se preocupaba tanto de mí desde hace mucho tiempo. Deben saber que soy un libro y por tanto tengo magia: pidan un deseo y se lo cumpliré.

Queremos un pastel gigante de moscas, dijo Croacia

Pues entonces aquí lo tienen, dijo el libro, y apareció un pastel verdaderamente enorme, con las más deliciosas moscas.

Lo llevaremos a nuestro charco para compartirlo, dijo Berp.

Ya cuando los sapitos estaban por comenzar a recorrer el camino desde la gruta hacia su charco, el libro, con voz profunda, dijo: Solo falta una cosa, creo que su valentía merece que sepan mi nombre, hasta ahora nadie lo ha sabido.

Es verdad, dijo Croacia, nunca supimos cuál era tu título, ni de qué tratabas. ¿Cuál es, qué dicen tus páginas?

“LOS SAPITOS VALIENTES Y EL LIBRO MÁGICO”, dijo el libro.

¿Podemos echar un vistazo?, dijeron asombrados los sapitos, y al abrir en la primera tapa leyeron:

“Berp, un sapito muy valiente, vivía en un charco oscuro y cavernoso con su hermana Croacia, su madre y su padre...”

FIN

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